PARA TI

Aquí estoy junto a ti
con mis manos extendidas
ofreciéndote mi amor
Yo siempre he estado contigo
a tu lado cada día
cuidándote en ese tiempo
cuando sentías dolor
Mi amor por ti nunca cambia
aunque no creas en mi
yo siempre he creído en ti
He venido a este mundo
para ofrecerte salvación
porque se que tu solo
no la puedes alcanzar
Mi vida he dado por ti
y aunque solo tu existieras
y el mundo estuviera vacío
por ti entregaría mi vida
Te amo porque existes
no por lo que puedas hacer
mi amor por ti nunca cambia
y es tan sencillo alma querida
que hoy lo puedes hacer
recibe mi amor, mi salvación
es un regalo precioso
pues por mucho que tu hicieras
nunca podarías pagar
solo recibe mi amor
estoy aquí a tu lado
Tu sabes quien soy. Jesús.

domingo, 9 de marzo de 2008

¿LEPRA ESPIRITUAL? o del fanatismo fundmentalista, ¿Conoces a alguien asi?

Lepra Espiritual

Muchas veces como cristianos tenemos contacto con muchos otros que claman en el nombre del Señor igual que nosotros. Ellos también le sirven, tal vez de la misma manera en que nosotros lo hacemos. Cuando nos reunimos hay un cierto sentir de gozo y unidad, como si hubiésemos visto aun familiar que no hemos visto en varias décadas. Posteriormente, cuando comenzamos a explorar las vidas de ambos, descubrimos un sinnúmero de diferencias doctrinales. Y acaso alguna vez se nos ocurre que debamos cambiar nuestras o sus posiciones doctrinales? Por supuesto que no! Por el contrario, inmediatamente se crea una barrera y una gran muralla que nos impide seguir teniendo contacto y mas bien pareciera como que si estuviéramos con temor de ser contagiados por su lepra; lepra espiritual. Inmediatamente asumimos que es su posición doctrinal, la que necesita ser cambiada. Ellos nos consideran leprosos, pero nosotros hacemos exactamente lo mismo con ellos. Por lo tanto ponemos una sonrisa plástica, hacemos lo mejor para esconder nuestras emociones, las cuales se han tornado frías, y empezamos a mentir el uno al otro diciendo: “Espero que nos veamos pronto otra vez.” Y así escapamos de la situación, secándonos el sudor de la frente, como si hubiéramos escapado de una situación de vida o muerte. Cualquiera puede venir a nosotros con lepra espiritual; todo lo que se necesita para tenerla es una doctrina, ya sea buena o mala y que prácticamente se encuentre opuesta a lo que nosotros creemos y aceptamos como verdadero. Si sucede que usted tiene la verdad, aun así es justo y valido preguntarse quien posee la lepra, si aquel que huye de usted o usted quien posee la verdad pero huye de aquel que no la posee. Aquellos que no están dispuestos a poner sobre la mesa lo que creen y lo que enseñan para compararlo con otras creencias, deben resignarse a ver su posición caer y ser enterrada bajo el peso de la verdadera y gran revelación. Tan dañina y perversa como lo es la lepra espiritual, también lo puede ser el orgullo y aun peor. Es el orgullo mismo el que nos hace creer y nos convence de que lo tenemos todo. Es el mismo orgullo el que no nos permitirá ver y escuchar con paciencia a nuestro hermano. Es el orgullo el que le juzga a el y a sus creencias y posiciones doctrinales, aun antes de que le hayamos dado chance de ser escuchado. Es el orgullo el que nos detiene de congregarnos juntamente y crecer así en la verdad, solo por el hecho de que no queremos escuchar.